sábado, 25 de enero de 2014

La culpa y la responsabilidad

Hace unos años leí en una red social una frase de un amigo mío “El mundo moderno ha apartado de sí la culpa como idea de responsabilidad personal” lo cierto es que no sé de donde la sacó, ni de quién, ni lo que querría decir, en su momento no le dí demasiada importancia, pero se quedó grabada en mi cabeza. Cinco años han debido pasar desde que la leí y cada vez la encuadro mejor en la sociedad actual, cada vez veo más esa frase en las actitudes de los individuos que componen nuestra sociedad y ¿por qué no reconocerlo? también en mi mismo.
Hay una conferencia del filósofo esloveno Zizek en la que habla de la modernidad refiriéndose a lo que según él, fue uno de los principios de la filosofía de Descartes: “Primero yo era un idiota y me reía de los otros, otras culturas. Luego me pregunté, pero ¿Qué tal si mis costumbres son en la misma manera idiotas para la vida de otros?” concluye Zizek sentenciando “esto es el inicio de la modernidad, modernidad europea; experimentar el trasfondo cultural de uno mismo como algo última y eventualmente irrelevante”. En ese momento recordé la crítica que hacía Unamuno en Amor y Pedagogía al sentido común, porque el sentido común es el más común de los sentidos, es el sentir de una época, de una sociedad, en aquella novela decía cosas como la que sigue; “Todo esto pasa por la mente de Fructuoso que como saco de sentido común es profundamente egoísta, por ser el egoísmo el sentido común moral”, y ¿Por qué toda esta disquisición sobre el sentido común? Porque partimos a la hora de discurrir por el mundo de la idea de que somos libres, que actuamos y pensamos con total libertad y lo cierto es que siquiera somos libres a la hora de sentir, somos presos del sentir común de nuestra circunstancia histórica y geográfica, somos producto de la sociedad en la que vivimos y aun así pensamos que somos maravillosos y radicalmente libres cuando en realidad Descartes debió de ser de los pocos que experimentaron su trasfondo cultural como algo última y eventualmente irrelevante, algo que si no experimentamos, en última instancia, nos impedirá ser libres.
Detrás del sentir común de la sociedad posmoderna está una ideología que consiste en un profundo individualismo, se le puede poner muchos adjetivos ¿pero no son en último término todos ellos influencias del capitalismo? ¿No es el individualismo llevado al extremo un producto más del capitalismo? Hay muchos que hablarán positivamente del individualismo, de la realización personal, pero para construir una personalidad no hay nada mejor que la interacción con otros humanos, de hecho se precisa la figura de “el Otro” para construirse y se construye mucho mejor en grupo que por separado y como decía Marx en su Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política “No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”.
Mientras todo se hunde consumimos como locos para intentar encontrar la felicidad que ni siquiera somos capaces de hallar en los libros de autoayuda que pueblan las mesitas de noche como antaño lo hicieron las biblias. El egoísmo, el pensar sólo en uno mismo, la obsesión por la competitividad, por los beneficios, por la productividad, el creer que por comprar algo nos vamos a sentir mejor, la búsqueda constante del gozo, de la satisfacción de lo que creemos desear, todos estos sentimientos e ideas están detrás de la ideología que domina nuestra sociedad y es sólo eso, ideología, podría ser sustituida por otra o asimilada como algo última y eventualmente irrelevante. Esto sería relativamente sencillo si sólo hablásemos de actitudes o ideas, pero a la hora de la verdad todo ello está tan integrado en nuestra circuitería neuronal que el mayor impedimento para renunciar a ello son los sentimientos que lo motivan.
Sin quitar importancia a los diagnósticos que se basan en síntomas, ahora me centraré en su ausencia, y en concreto a la de uno en particular. Igual puede pensar algún lector que me había olvidado de la culpa, pero aquí está, o mejor dicho, es algo que no está en nuestra ideología. La culpa es amplia y nunca desaparecerá del todo pero una de sus manifestaciones si que ha desaparecido en buena medida, el que hace referencia a la culpabilidad en el ámbito que afecta a la colectividad, por eso yo reescribiría la frase inicial de la siguiente forma: los individuos del mundo posmoderno han apartado de sí el sentimiento de culpa cuando actúan como irresponsables sociales ¿Qué importancia tiene esto? Hoy día hay un sentimiento en las personas; las cosas van mal y es necesario un cambio, pero no se dan cuentan de que a la hora de luchar por él en muchas ocasiones siguen pensando en clave individualista, para conseguir los cambios que se necesitan precisamos de la sociedad, se requiere la colectividad, el pensar en el prójimo, el asumir nuestra responsabilidad en la sociedad. Es ahí donde el sentimiento de culpa como idea de responsabilidad personal juega un papel importante, porque más allá de las excepciones (en mi vida cotidiana tengo contacto con personas normales) la mayoría que siente la necesidad de un cambio, en el mejor de los casos hacen cosas para conseguirlo, pero a los hecho me remito; no lo consiguen y aun así no veo culpabilidad en sus miradas, no veo sentimiento de culpa en sus palabras. No es que pretenda constituirme en juez de nadie, porque esto no es algo que nos enseñen en las escuelas, ni en casa, ni se habla de ello en nuestra sociedad, pero tampoco es difícil captar la idea, aunque sí puede ser difícil ver donde nos limita ese trasfondo cultural, pero si no se renuncia a ciertas aptitudes y si no se adquieren otras nuevas, el cambio que tanto se precisa puede que nunca se llegue a dar, lo cual nos condenará al averno.
Necesitamos enfrentarnos a todas nuestras ideas y sentimientos con cautela, ser totalmente prácticos a la hora de evaluarlos, olvidarnos de moralinas, tradiciones, libertades y supuestos conceptos universales, la única premisa es la de “experimentar el trasfondo cultural de uno mismo como algo última y eventualmente irrelevante”, nuestra indiferencia, nuestra falta de culpa, la renuncia a la violencia como método de lucha, las máximas individualistas, la ausencia de sentimientos colectivistas, todas estas cosas forman parte de nuestra ideología, no digo que sean todas negativas, pero siguiera nos lo planteamos y ese puede ser el mayor límite a nuestra libertad, que siempre es libertad de pensamiento, porque sin eso nunca puede haber libertad de acción.
Por cierto, si no consigo que sientas algo de culpa con este texto, has de saber que yo me sentiré culpable por ser un inepto divulgador, por no conseguir el cambio que pretendía, así que ten por seguro que lo volveré a intentar.

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